sábado, 17 de agosto de 2013

De la crisis, sus causas y consecuencias

En el año 2008, el PIB nominal per cápita de Islandia fue el séptimo más alto del mundo (US$ 55 462), y el decimocuarto más alto en términos de paridad de poder adquisitivo (US$ 36 769). A excepción de sus abundantes fuentes de energía hidroeléctrica y geotérmica, Islandia carece de recursos naturales; históricamente su economía depende en gran medida de la industria pesquera, que todavía aporta el 40% de los ingresos de exportación y emplea el 7% de la fuerza de trabajo. 

La economía es vulnerable a la disminución de los recursos pesqueros y a la caída de los precios mundiales de sus principales exportaciones: pesca, productos marinos, aluminio y ferro silicio. Pese a que aún depende en gran medida de la pesca, esta actividad ha disminuido su importancia, desde un 90% del total de las exportaciones que representaba en 1960, hasta el nivel del 40% que tuvo en 2006. 

Hasta el siglo XX, Islandia fue uno de los países más pobres en Europa occidental. Sin embargo, su gran crecimiento económico lo llevó a ocupar el primer lugar en el informe de la ONU sobre el Índice de Desarrollo Humano de 2007/2008, y el lugar 14 en esperanza de vida más alta en el mundo, con un promedio de 80,67 años. Muchos partidos políticos siguen estando en contra del acceso de Islandia a la Unión Europea, principalmente debido a la preocupación de los islandeses por perder el control sobre su economía y recursos naturales. 

En la última década, la economía islandesa se ha diversificado hacia el área de la manufactura y el sector servicios, incluyendo la producción de software, la biotecnología y los servicios financieros. Por otro lado, a pesar de la decisión de reanudar la caza comercial de ballenas en 2006, el sector del turismo también se está expandiendo con las crecientes tendencias del eco-turismo y el avistamiento de ballenas. La agricultura y ganadería de Islandia se basan principalmente en la producción de patatas, verduras (en invernaderos), productos lácteos y carne de cordero. 

El centro financiero del país es Borgartún, ubicado en la capital, alberga un gran número de empresas y tres bancos de inversión. El mercado de valores del país, la Bolsa de valores de Islandia (SIE), se estableció en 1985. El sistema fiscal de Islandia tiene uno de sus pilares fundamentales en la imposición sobre la renta de las personas físicas. En 2008, la tasa media de este impuesto, fue del 35,72%, descompuesta en un tipo estatal del 22,75% y uno municipal del 12,97%.83 

La tasa de impuesto de sociedades es del 18%, una de las más bajas del mundo. También destaca el impuesto al valor agregado con un tipo del 24,5%. En 2006 se eliminó el impuesto sobre el Patrimonio. Los reglamentos laborales son relativamente flexibles. Los derechos de propiedad son fuertes e Islandia es uno de los pocos países donde se aplican a la gestión pesquera. Los contribuyentes pagan subsidios distintos entre sí, similar a lo que ocurre en países con estado de bienestar, aunque el gasto es menor que en la mayoría de países europeos. 

Según la OCDE, la protección pública del sector agrícola es la más alta entre los países de esta organización, lo que significa un impedimento para un cambio estructural económico. Además, la atención de la salud y el gasto en la educación tienen una inversión relativamente pobre para los estándares de la OCDE. El Estudio Económica de Islandia 2008 publicado por esta organización destacó los desafíos que enfrenta Islandia en la moneda y en la política macroeconómica. 

La economía de Islandia fue gravemente golpeada por la crisis económica y financiera de 2008-2010, debido al colapso de su sistema bancario y la subsecuente crisis económica. Antes de la quiebra de los tres bancos más grandes del país, Glitnir, Landsbankinn y Kaupthing, su deuda combinada excedía en más de seis veces el PIB nacional de US$ 19 mil millones. La Autoridad Supervisora Financiera de Islandia utilizó el permiso otorgado por el Althing (parlamento nacional de Islandia) para nacionalizar los tres bancos. 

El 28 de octubre de 2008, el gobierno islandés aumentó la tasa de interés a un 18%, un movimiento obligado para poder conseguir un préstamo del Fondo Monetario Internacional. La inyección de dinero por parte del FMI resultó insuficiente, pero el comercio de coronas islandesas finalmente se restableció, con una devaluación que llevó a la moneda islandesa de una tasa de cambio de 70 ISK por euro a 250 ISK por euro. 

Esta devaluación permitió relanzar las exportaciones, principalmente de pescado y aluminio. El gobernador del Banco Central de Islandia declaró que el gobierno también acudió a Rusia para obtener un préstamo adicional de €4 000 millones. El 26 de enero de 2009, el gobierno de coalición colapsó debido al descontento de la ciudadanía con la gestión de la crisis. A la semana siguiente, se formó un nuevo gobierno de izquierda que inmediatamente destituyó al gobernador del Banco Central, Davíð Oddsson, y varios de sus homólogos de otros bancos privados en quiebra. 

En las elecciones generales de abril de 2009, una mayoría de izquierdas se instaló en el parlamento y Johanna Siguroardottir fue elegida para encabezar el gobierno. En 2010, se establece una asamblea constituyente de 25 miembros para reformar la Constitución del país. Ese mismo año, el gobierno sometió a referéndum el pago de la deuda contraída por los bancos privados islandeses en quiebra con ahorradores del Reino Unido y Países Bajos, pero el 90% de los ciudadanos se negó a asumirla. Sólo fueron compensados los ahorradores islandeses afectados por la quiebra del banco Icesave. 

La crisis financiera islandesa de 2008-2009 fue una importante crisis económica que implicó el colapso de los tres principales bancos comerciales del país tras sus dificultades en la refinanciación de su deuda a corto plazo y un pánico bancario en el Reino Unido. Comparado con el tamaño de su economía, el colapso bancario de Islandia es el mayor sufrido por cualquier país en la historia económica mundial. 

A finales de septiembre de 2008, se anunció que el banco Glitnir sería nacionalizado. Una semana después, se entregó el control de Landsbankinn y Glitnir a los receptores nombrados por la Autoridad de Supervisión Financiera (FME). Poco después, la misma organización declaraba también en suspensión de pagos el mayor banco de Islandia, el Kaupthing. El primer ministro Geir Haarde, al comentar la necesidad de medidas de emergencia, dijo el 6 de octubre: "Existía un peligro muy real... de que la economía islandesa, en el peor de los casos, fuera absorbida con sus bancos y el resultado podría haber sido una bancarrota nacional". 

También declaró que las medidas adoptadas por el Gobierno habían asegurado que el Estado islandés no iría a la quiebra. Al final del segundo trimestre de 2008, la deuda externa de Islandia era de 9.553.000 millones de coronas islandesas (50.000 millones de euros), más del 80% producida por el sector bancario. Este valor debe compararse con el producto interior bruto nacional de Islandia en el año 2007: 1.293.000 millones coronas (€ 8.500 millones). Los activos de los tres bancos bajo control del FME ascendieron a 14.437.000 millones de coronas al final del segundo trimestre de 2008. 

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